jueves, 27 de octubre de 2011

La microcasbah del Coll

Un d'aquests dies en que necesssites esbargir la boira del cap m'he acostat al barri del Carmel- el Coll. Les vores de la ciutat, allà on la topografía comença a fer difícil construïr, allà on la ciutat es troba amb el camp, solen ser llocs interessant pels cercadors de rareses, paisatges insòlits i oasis urbans. En el cas que m'ocupa, un edifici de tipología singular ubicat al Passeig Mare de Déu del Coll 120, dos volums simètrics formen un passatge (privat) peatonal en desnivell que connecta el Passeig amb el carrer Beat Almató. Al voltant d'aquest passatge s'agrupen diversos petits habitatges darrera d'unes façanes d'estil vagament arabitzant. Però l'interessant d'aquest conjunt és el passatge en sí mateix, en desnivell, farcit de plantes, creuat per un pont afegit a la segona planta que connecta els terrats dels edificis laterals, i sota el qual s'hi troba un espai privat obert, cobert i amb unes precioses lluernes arrodonides i encalades. Un passatge-pati, un veritable espai comunitari autoconstruït i un bon exemple d'arquitectura sense arquitectes, amb totes les seves imperfeccions, però amb tota la complexitat i la riquesa dels espais viscuts...


martes, 7 de junio de 2011

el compostador

Desde hace un tiempo le iba dando vueltas a la idea de compostar los residuos vegetales para alimentar las plantas de la azotea. El momento llegó, por fin. El conocimiento instructables.com, las manitas (propias), el espacio donde fabricarlo (el propio terrat) y los componentes, entre los que destaca un barril reciclado cortesía de Reenvas.
Ahí van las fotos del compostador urbano en pleno funcionamiento, ahora hace 3 semanas. Cada noche subo al terrat a darle de comer, a tomar una cerveza y fumarme un pitillo con él, y de momento, sólo huele un poco cuando abres la compuerta, pero realmente muy poco... las moscas de la fruta a lo suyo, y yo, a lo mío.
Uno se queda asombrado de la cantidad de verdura y fruta que se come en una casa. Si eso es lo que tiramos, supongo que comemos más aún...
Ahora tengo que:
1- pensar en un sistema de recogida de los lixiviados. Poner unas plantas debajo es algo, pero a juzgar por la mancha del suelo no es suficiente, me temo...
2- decorarlo! Primero, habrá que encontrar una pintura que agarre en ese plástico. A la artista, la tengo en casa...
3- Colocar una nota explicativa (algo así como "el ciclo de la naturaleza") para implicar a los vecinos del ático y que participen.
4- Esperar acontecimientos: Cuanto tardará en compostar? Acabará teniendo vida propia, huyendo hacia mejores azoteas? Serán los agujeros de ventilación suficientes? Me montará un dieciochojulio el vecindario?
Para una terraza pequeña (50 m2) como la nuestra, 100 litros parecen el tamaño ideal. Además, el color blanco lo camufla con las paredes, la tapa a rosca facilitará vaciarlos cuando esté maduro, y al no "cantar" tanto como uno azul de 200 litros., los vecinos no se mosquean. Además, las ranuras laterales hacen que las ruedas encajen...


Seguirem informant...

viernes, 6 de mayo de 2011

els barrets indecents

No surten en les guies turístiques. Però una ciutat està feta dels seus esplendors i de les seves misèries. Les de veritat, no només les pintoresques. Així que, en sentit homenatge als anys del porciolisme, i com a recordatori de que el respecte al patrimoni construït no és un invent gaire antic, hem creat un itinerari al navegador del CCCB, amb el títol d'aquest post. El navegador és una excel.lent plataforma de continguts ciutadans oberta a tothom , així que des d'aquí us animem a col.laborar en la sèrie. Només cal aixecar la vista... i no caure fulminat.
Estem pensant en un concurs fotogràfic: "La remunta més poca-solta de Barcelona". Seguirem informant...

martes, 3 de mayo de 2011

... se puede?

A nosotros nos parece que sí. Que en el tejido urbano de Barcelona ( y de muchas ciudades mediterráneas), entre la calle (100% publico) y la vivienda (100% privado) hay un lugar privilegiado. Donde sentarse a leer. A reparar esa silla que cruje. A recoger los tomates. A ver la final de la champions con el vecino del tercero...
No es ninguna novedad. Aún recuerdo algún verano con mi abuela en la azotea de su piso de la calle Olivo (ahora Olivera). Para Sant Joan, los vecinos retiraban la ropa tendida, subían la coca y el champán (aún no se había inventado el cava) y los niños encendíamos bengalas, y mirábamos los fuegos artificiales con un punto de envidia, tratando de no hacer comparaciones.
En algún momento, todo eso se esfumó. La gente empezó a creer que lo moderno era salir de la ciudad en su utilitario, que la azotea era mejor tenerla cerrada a cal y canto, no fuera que se estropease. Y que, para lo que había que hacer en Barcelona, 3 habitaciones en 80 metros cuadrados eran más que suficientes...
Años más tarde, la salvaje voracidad inmobiliaria llenó los viejos pisos de nuevos habitantes, que veian cómo la única opción de quedarse en la ciudad pasaba por vivir sin ascensor, y gastarse un dineral en rehabilitar una vivienda que tardarian 30 años o más en pagar.
Y resultó que no se estaba tan mal. Que vivir en un barrio denso tenía sus ventajas: comercios, gente, escuelas. Y que el aroma de la vida al aire libre estaba más cerca de lo que pensábamos...